Los Reyes Católicos cedieron el castillo al Cardenal Mendoza, su consejero, que desempeñó un papel importante en la conquista cristiana de Granada. A su vez se lo legó a su hijo ilegítimo, Rodrigo de Vivar y Mendoza, el primer marqués de Cenete. Rodrigo fue el protagonista de una intriga típicamente medieval de amor versus deber.
Cuando murió su esposa Leonor de la Cerda, visitó Italia y luego regresó con un grupo de arquitectos, escultores y artistas italianos, y unos cuantos carros cargados con mármol de Carrara para embellecer su casa.
Durante su estancia en Italia, no todo era arte y cultura; también cautivó a una belleza de 15 años, María de Fonseca.
Su padre no estaba muy entusiasmado con el enlace y Rodrigo se casó en secreto con ella, lo que molestó mucho a Isabel la Católica, que se puso furiosa e hizo que encarcelaran a Rodrigo. Cuando Isabel murió, Rodrigo fue liberado e inmediatamente sacó a María del convento donde había estado encarcelada.
Se mudaron al castillo con su mármol, tuvieron dos hijos y vivieron felices comiendo codornices.