Una vez más, los cineastas estadounidenses muestran su divertida actitud hacia la geografía española. Después de una noche poca romántica en Granada, a la mañana siguiente Glenn Ford y Debbie Reynolds pasan por Segovia, donde inspiran la envidia del torero Antonio (envidia por el coche de Ford) mientras conducen por la ciudad, pasando delante del magnífico castillo situado arriba y luego por debajo del acueducto romano. Todo un desvío teniendo en cuenta que su destino era Madrid.