El castillo de Manzanares el Real recibe un breve cameo cuando, desde sus murallas, Alexander observa cómo su flota regresa a casa mientras la sus planes de supremacía mundial empiezan a desplomarse, algo que suele repetirse a lo largo de nuestra historia.
En esta película, la zona utilizada principalmente fue la dehesa de Navalvillar, que más tarde se convirtió en la pradera favorita del Salvaje Oeste.
Una película divertida con barbas falsas para todo tipo de gustos y guerreros en minifaldas risibles que se caen de los caballos innecesariamente, y en la que nadie parece matar a nadie a pesar de agitar frenéticamente a una gran cantidad de espadas. Muy políticamente correcto.
La interpretación de Harry Andrews como Darius es tan convincente, como lo es su barba rizada, y es francamente un alivio cuando finalmente es abandonado y apuñalado por sus seguidores y dejado a pudrirse en un pantano español; ¡casi con toda seguridad por los frustrados departamentos de vestuario y maquillaje!