Aunque forma parte de la muralla de la ciudad, el Alcázar es un castillo en sí mismo, y desde las almenas, una afligida mujer arroja pétalos sobre el cortejo fúnebre de Manolete en las escenas finales de la película.
Cuando está en México, Manolete parece tener una visión de su propio funeral mientras sueña o sueña despierto en la misma escena.
También en Carmona, la mansión del Marqués de San Martín fue a la vez la oficina del mecenas de Manolete y la casa de huéspedes donde se alojó, mientras la escena de la prisión fue rodada en el Molino de Marruecos, en las afueras de la ciudad.