La guerra amarga a los hombres, pero una buena mujer derrite sus corazones y los aleja de una vida de crimen.
Nicaresco, el capitán inmoral de un barco, llega a tierra en el Torrent de Paréis y luego camina a Palma; una hazaña heroica si conocemos nuestra geografía.
Se encuentra con George Sanders, pintando para olvidar la guerra y los lanzallamas, y cuyas primeras palabras son “hay algo en la arquitectura española que me atrae”.
Es evidente que se trata de un personaje complejo, que cita a los antiguos griegos sin complejos, rumbo hacia una conciencia limpia y la muerte.
Vemos el castillo cuatro veces; tres veces a lo lejos, cuando el barco de Sanders sale del puerto para revisar el barco de refugiados, cuando persigue a Nicaresco, recientemente convertido en asesino en masa, a través del puerto, y cuando la policía sale a perseguir y matar al pobre George, que regresaría muchos años después a España para suicidarse.
Sin embargo, la mejor vista es cuando la Sra. Burg llega en avión y anuncia que siempre ha querido comprar un castillo español, mientras da vueltas sobre él.