La película sólo tiene dos cosas buenas: el envidiable paisaje de Ibiza y la aparición de Gary Busey, un hombre que nació para ser un villano del cine (con disculpas a sus padres).
Una chica americana intenta dar un giro a su vida después de heredar a un chiringuito de playa en ruinas.
Mientras los créditos siguen corriendo, descubrimos que es bastante torpe, provocando una cascada de sandías en las estrechas y sinuosas calles.
También vemos vistas aéreas y a nivel del suelo del castillo, coronando la capital.