Un grupo de mujeres escasamente vestidas son llevadas a una costa hasta el campo de prisioneros conocido como el Castillo de la Muerte, construido por los españoles, según nos dicen.
Y no es de extrañar ya que estamos en Alicante.
Los primeros minutos nos muestran el castillo desde varios puntos de vista antes de que empiecen los malos tratos y las bofetadas.
Mientras el director Jess Franco abraza a su gusto por el porno suave con un mínimo de trama, vemos vistas del castillo periódicamente, tanto por dentro como por fuera, hasta que tres chicas escapan y se zambullen en la jungla brasileña.
Después de una ración de sexo y violencia son recapturados, y en la última escena los vemos alineados, de nuevo en el castillo.
La presencia de Herbert Lom como el guardián sádico no mejora mucho las cosas.