Pandora and the Flying Dutchman (1951)

En los terrenos del castillo de Tossa de Mar es de esperar encontrar a alguien más belicosa mirando desde las alturas hacia el mar, como si esperara invasión, pillaje y saqueo, como de costumbre.

En cambio, lo que encontrarás es una estatua de Ava Gardner, escasamente vestida y como si estuviera esperando el “corte” del director hasta la eternidad.

Ava llegó en abril de 1950, junto a James Mason y director Albert Lewin, para filmar ‘Pandora and the Flying Dutchman’.

Así como en el puerto de Barcelona una estatua de Cristóbal Colón mira hacia el mar, así también desde las alturas del castillo de Vila Vella en la Tossa de Mar, Ava mira al mar desde el año 2000.

Puede ser que Gardner fuera el mejor animal para el trabajo, o que los estudios hayan querido poner distancia entre ella y su amante casado Frank Sinatra.

Cualquiera que sea la razón, Gardner pasó la mayor parte de su tiempo filmando las escenas de playa de El Castell entre Tossa de Mar y Palamós, mientras que en las escenas interiores los actores miraban abajo a la playa detrás de las emblemáticas torres del castillo; una toma imposible de hecho.

El amante del arte, el director norteamericano Albert Lewin, se hizo con los servicios del pintor surrealista Man Ray para los decorados, incluido un juego de ajedrez, de una película rodada en la ciudad donde Chagall había vivido en los años treinta.

La historia se desarrolla en España, en el puerto marítimo de ‘Esperanza’, donde el fantasma del desesperado Holandés Errante, interpretado espectralmente por James Mason, se convierte en el objeto de deseo de Ava, cuando no está seduciendo a su par diario de toreros antes del desayuno.

Las fotos de Sinatra, acompañadas por el músico James Van Heusen visitando el castillo de Villa Vella, abundan en Tossa, al igual que los rumores y la desinformación.

En el Hotel Tonet, en la Plaça Església, todavía se pueden ver fotos de la estancia de Ava en Tossa.

La película lanzó Tossa como una atracción turística, y Girona, donde Gardner se alojó en el Hotel Peninsular, cuenta ahora con un Museo del Cine, que probablemente no es ajeno a los acontecimientos que tuvieron lugar allí durante la primavera de 1950.

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